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También en los destinos del Mundo y de la Patria, hay un Orden


Cuando todo va bien por casa, pero el mundo llora, sufro la alegría. 


Cuando estoy rodeada de amor, pero el egoísmo despunta, duele ese cariño. 


Cuando estoy calentita en mi cama, y recuerdo todos los que están en situación de calle, me pesa el abrigo. 


Cuando pago mis cuentas, y se que miles de personas están quedándose sin trabajo, bendigo ese pan que Dios ha decidido darme este día, mientras un nudo cierra mi garganta.



Estos días, me pesa ser felíz, cuando tantos sufren.

Estos días, no alcanza cuanto haga, la gota en el océano me parece siempre pobre.

Estos días, me cuesta proclamar las enseñanzas de Bert "tomar lo bueno de mi vida como Don, y disfrutarla por mí y por los que sufrieron (y sufren)"


Y sin embargo sé bien, también, que este peso es desorden. Que mi dolor en la alegría, también es implicancia.

Y me recuerdo, casi a la fuerza, que si ocupo mi lugar correctamente (por pequeño que me parezca) y dejo a Lo Más grande que se ocupe, entonces:

Contribuyo en vez de entorpecer.

Ilumino en vez de oscurecer.

Contagio esperanza, en lugar de amargura.

Me ocupo de lo que puedo hacer, con todas mis fuerzas.

Crezco, en vez de volverme niña.


También en los destinos del Mundo y de la Patria, hay un Orden.

Me lo recuerdo, y se los recuerdo.

Es imperioso ponernos en nuestro lugar y tomar la vida, tal cual nos es dada.

Al precio que pagaron, que pagan, que pagamos.

Reconocer lo que es, sana.


Clor. Agustina Ribicic

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